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Foto del escritorSara Bárcena

Y entonces me enamoré de Portugal

Actualizado: 1 dic 2020

Estábamos en segundo de bachillerato. Último curso. Todos los años que habíamos pasado juntas en el colegio llegaban a su fin. ¿Y qué mejor despedida que hacer un viaje con amigas en verano para cerrar esa etapa?


Al principio, la mayoría queríamos viajar por Europa durante un mes. Pero, cuando vimos que no era posible, empezamos a buscar alternativas. Entonces, la madre de una amiga lo propuso: Portugal. ¿Portugal? ¿Qué había allí? ¿Y por qué tendríamos que querer ir?


En aquel momento, no era un país que estuviese especialmente de moda, al menos no cómo lo está hoy en día. Todos sabemos que la zona del Algarve (al sur), sobre todo, se hace eco cada verano en redes sociales como Instagram.


Pero a lo que iba, empezamos a investigar qué podía tener Portugal que nos pudiera interesar. No queríamos fiesta, simplemente. También buscábamos hacer turismo, conocer sitios nuevos, explorar y perdernos por las calles de cada ciudad que pisáramos.


Después de abusar mucho de Internet (pero mucho), dimos con la solución. Nos iríamos durante dos semanas a recorrer distintas ciudades del país. Y así lo hicimos. Ah, pero no penséis que la aventura empezó allí. No, no. ¡Qué va! Empezó en el aeropuerto, antes, incluso, de pasar el control. Estábamos casi todas; sólo faltaba una por llegar. Pero no llegaba. Y no llegaba. Y, NO, LLE-GA-BA. Eso por un lado. Por el otro, de repente, otra se había dejado el pasaporte en casa. ¡Genial! Toooodas taquicárdicas. Había que pasar el control cuanto antes o perderíamos el avión.


Bueno, pues después de muchos nervios (muchos, muchísimos nervios), por fin estábamos sentadas. TODAS. A punto de despegar. Y, tras un vuelo de lo más interesante, habíamos llegado a nuestro destino. Estábamos en Portugal.


Estuvimos tres noches en Oporto, otras tres en Lisboa y, para acabar, siete en Albufeira. Un total de trece días en los que nos pasó de todo.


Oporto es pequeño y en tres días da tiempo de sobra a conocerlo. Además, es una ciudad con mucho encanto. Visitamos bodegas, dimos un paseo en barco… Nos encantó.


En cuanto a Lisboa… Lisboa es capital. No niego que sea preciosa, pero es más grande y hay mucha gente. Y, teniendo en cuenta que un día fuimos de excursión a Belem, yo diría que me faltaron un par de días más para conocerla en condiciones.


Y Albufeira es el típico pueblo del sur con casitas blancas, puestos en cada esquina, el casco antiguo, los bares para guiris… Lo justo para dormir, comer, ir a la playa y salir de fiesta. Así, una y otra vez, durante toda una semana. Relax absoluto.


En fin, que este viaje da para mucho. En los siguientes posts os contaré más detenidamente qué vimos en cada ciudad. ¡Así que estad atentos a mis redes sociales!


Por ahora, os dejo algunas fotos del viaje 😉

¡Nos vemos pronto por aquí!


SoySara.

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